Ha llegado el momento: verano

Vale que no todos vamos a ir a playas paradisíacas, ni todos vamos a disfrutar de tres meses ininterrumpidos de vacaciones. Pero a pesar de todo ¡Ha llegado el verano! Y hoy queda oficialmente inaugurado con la noche más corta del año, y también la más mágica.

Mil planes para este julio y agosto. Porque la esencia del verano es esa: los planes a última hora. Los que nos pillan desprevenidos metiendo cualquier cosa en una maleta. Ha llegado el esperado momento. El de poner pantalones cortos y cometer errores. Porque lo que pasa en verano, es como en las Vegas: se queda en secreto. Ha llegado el momento de desconectar de la rutina, que para eso estamos en verano. Es el momento de darle portazo a la operación bikini (si es que alguien la ha mantenido) y hartarse a sorbete de limón a última hora en la playa.

Ha llegado el momento de quemar la agenda, y jugar a las cartas. De escapar de la ciudad, a la costa o la montaña; cualquier lugar es bueno en verano. Ha llegado el momento de las reuniones interminables alrededor de las cañas con limón porque «mañana no se madruga». Ha llegado el momento de saber a qué hora se sale, pero nunca a la que se vuelve. Ha llegado el momento de pisar la calle, de que nos pille una tormenta de verano fuera de casa y sin paraguas. Ha llegado el momento de las sombrillas.

Ha llegado el momento de sacar las mil y una pulseras, de enseñar los tatuajes escondidos en invierno, de disfrutar. ha llegado el momento de las gafas de sol, grandes aliadas de Cupido en esta estación. De las fotos de pies en la playa, de uñas pintadas, de atardeceres y también de amaneceres.

Ha llegado el momento de los amores de verano, porque cuando llega el calor los chicos se enamoran. Y las chicas más. Prepárense para el flechazo, para que aparezca el Noa de turno, pero  sin colgarse de norias, por favor.

Ha llegado el momento del olor a mar, de que piquen los ojos por el cloro. De hacer fotos e inmortalizar todos los recuerdos. Ha llegado el momento de de las bicicletas, de las rayas marineras. De llevarse conchas a casa, y caracolas para que nunca se nos olvide cómo suena el mar.

Ha llegado el momento de viajar, de enterrarse en la arena, de evitar marcas de tirantes. Ha llegado el momento de oler a crema solar, de las duchas después de un largo día de playa. Ha llegado el momento de bailar, de los festivales, de la música en directo y de los chiringuitos de la playa. Ha llegado el momento de las acampadas, de despertar y ver el cielo azul, de las sandalias, los sombreros de paja y las barbacoas.

Ha llegado el momento del chill out en la terraza de casa, de las partidas de trivial por semana que se alargas hasta altas horas. Ha llegado el momento de trasnochas, de las orquestas que rememoran canciones de otras décadas, de reencontrarse con amigos que viven a demasiados kilómetros de distancia. Ha llegado el momento de los mercadillos, de bañarse: en el mar, en la piscina, en el río; cada uno donde pueda. Ha llegado el momento de que el pelo seque al aire. Todo vale en verano. Ha llegado el momento de disfrutar, porque es verano, y aunque estemos cansados se trata de dormir poco y vivir mucho. 

Ha llegado el momento de sentarse en una terraza, tumbarse en el césped. El cigarrillo y el té frío después de comer. Ha llegado el momento de tirarse de cabeza a la piscina, y con doble voltereta mortal. En todos los sentidos. Porque es verano, y nos gusta jugar con fuego hasta que nos abrase. Como el sol.

Ha llegado el momento de las declaraciones de última hora, de aprovechar hasta el último minuto, porque septiembre, queridos, tarda poco en llegar.

Ha llegado el momento de dejarse secuestras por las sábanas, de no poner la alarma de despertador. Ha llegado el momento de escuchar la canción del verano hasta llegar a odiarla.

Ha llegado el momento de encontrar a la persona perfecta, en el momento inadecuado. 

Ha llegado el momento de encontrar a la persona inadecuada, en el momento perfecto. 

Ha llegado el momento de los accesorios de la cabeza, de dejar la chaqueta en casa porque aunque refresque en verano jamás hace frío.

Ha llegado el momento de escribir, de encontrar la inspiración en cualquier detalle, porque en verano hay más tiempo y lo aprovechamos más, para qué engañarnos. Ha llegado el momento de buscar la fiesta en los pueblos de los alrededores, en los barrios de la ciudad. Porque es verano, y en verano todo se celebra.

Ha llegado el momento de los fuegos artificiales, de pedir deseos, de dejarse llevar.

Ha llegado el momento de buscar cualquier motivo para hacer que este verano sea mejor que el anterior y peor que el que viene. 

Fdo. Sé de cosas que se cuentan